El calzado barefoot para niños de JOMA ha sido diseñado pensando en lo más importante, el desarrollo natural del pie infantil. En sus primeros años de vida, el pie está en plena formación, y las decisiones que tomamos sobre el calzado pueden influir directamente en su crecimiento, postura y bienestar futuro. Por eso, JOMA apuesta por una línea de zapatillas barefoot que se adaptan a las necesidades anatómicas, fisiológicas y funcionales de los más pequeños.
Las zapatillas barefoot para niños se caracterizan por su suela fina y flexible, drop 0 (sin desnivel entre el talón y la puntera), puntera ancha que no comprime los dedos y una estructura ultraligera que permite que el pie se mueva con libertad. Con este tipo de calzado, los niños pueden jugar, correr y explorar el mundo tal como lo harían si estuvieran descalzos, pero con la protección necesaria para cuidar su piel y evitar lesiones.
El catálogo de Joma de calzado barefoot está disponible también en modelos para hombre y mujer.
¿Qué son las zapatillas barefoot?
Las zapatillas barefoot, también reconocidas como calzado respetuoso imita la sensación de andar descalzo. Su función es acompañar al pie sin interferir en su movimiento natural. A diferencia del calzado tradicional, que suele contener refuerzos, amortiguación excesiva, rigidez y una forma inadecuada, el calzado barefoot busca devolver al pie su protagonismo en la marcha y la postura corporal.
Las características más importantes de las zapatillas barefoot para niños incluyen: el drop cero haciendo que el pie se mantenga plano, sin inclinación, favoreciendo una pisada más equilibrada. Una suela delgada y flexible que permite sentir el suelo, activando los receptores sensoriales y mejorando la propiocepción. La puntera ancha para que los dedos se puedan mover y expandir libremente, lo cual es crucial para el equilibrio y el desarrollo óseo. Sin refuerzos innecesarios haciendo que el pie haga su trabajo de forma activa, sin depender de soportes artificiales que lo debiliten.
Estas cualidades convierten al barefoot en una herramienta preventiva y promotora de salud física desde la infancia, ayudando a establecer buenos hábitos posturales y funcionales desde los primeros pasos.
¿Cuándo y cómo empezar con barefoot en niños?
Edades recomendadas
Lo ideal es introducir el calzado barefoot en el momento en que los niños empiezan a dar sus primeros pasos de forma autónoma. Esto puede variar según el desarrollo de cada niño, pero suele situarse entre los 9 y 18 meses. Sin embargo, si tu hijo ya ha comenzado a caminar con calzado convencional, nunca es tarde para cambiar a barefoot. La clave está en realizar una transición gradual y consciente.
El barefoot es especialmente recomendable en edades clave como la primera infancia (1 a 3 años) donde se establece el desarrollo motor, sensorial y del equilibrio. La etapa preescolar (3 a 6 años) provoca la consolidación de la marcha, salto, coordinación y juego activo. Y en la infancia avanzada (6 a 12 años) se produce corrección postural y rendimiento físico en actividades deportivas.
Consejos para una transición segura
Hay que alternar el uso, comienza intercalando barefoot con el calzado habitual durante unas semanas. Ofrecer tiempo descalzo en casa, caminar sin calzado sobre diferentes superficies ayuda a fortalecer la musculatura del pie. Hay que observar su pisada, es normal que al principio el niño camine diferente. Dale tiempo para adaptarse. Escoger un modelo adecuado cuanto más flexible, mejor. La adaptación debe ser natural y progresiva.
Mide correctamente el pié de tu peque para una zapatilla barefoot
Una de las claves para aprovechar al máximo los beneficios de las zapatillas barefoot es usar la talla correcta. El calzado debe respetar la forma natural del pie, dejando espacio suficiente para el crecimiento, la movilidad de los dedos y el confort en cada paso.Pasos para medir correctamente:
Coloca al niño de pie sobre una hoja en el suelo, con el talón pegado a la pared. Marca el punto más lejano del dedo más largo (no siempre es el gordo). Mide la distancia desde la pared hasta la marca, en centímetros. Añade entre 0,8 cm y 1,2 cm de margen para permitir el movimiento y el crecimiento. Repite el proceso en ambos pies (pueden tener tamaños diferentes).
Un error común es comprar tallas demasiado grandes “para que duren”. En el barefoot, un exceso de espacio puede provocar inestabilidad, lo mismo que una talla muy justa limita el desarrollo.
La importancia del barefoot en la infancia
El pie infantil es una estructura viva, en evolución constante. Durante los primeros años, la musculatura, los ligamentos y los huesos se moldean a través del movimiento. Utilizar calzado que permita la movilidad natural es fundamental para garantizar un desarrollo motor correcto.
Desarrollo del arco plantar y la musculatura
Muchos niños presentan pies planos flexibles, lo cual es completamente normal en los primeros años. El arco plantar no está presente desde el nacimiento, sino que se forma a través del uso activo del pie. El barefoot, al no tener soporte artificial, obliga al pie a trabajar, lo que construye un arco funcional de manera progresiva y natural. A largo plazo, esto puede reducir la necesidad de plantillas ortopédicas y evitar la debilidad estructural en tobillos y rodillas.
Prevención de problemas posturales desde pequeños
Un pie que no puede moverse con libertad puede generar compensaciones posturales. El uso temprano de calzado rígido o con punteras estrechas puede provocar dedos deformados, juanetes, malas pisadas, desalineaciones de rodillas y molestias en la espalda.
El barefoot ayuda a mejorar el equilibrio desde edades tempranas, alinear la postura corporal sin intervenciones externas, desarrollar una marcha fluida y natural, prevenir dolencias crónicas relacionadas con la pisada incorrecta.
Educar desde la infancia en el uso de un calzado respetuoso es invertir en una base sólida para toda la vida.
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